Como ya sabemos, hay al
menos dos tipos de segregación (en esta entrada usaré el término segregación
como sinónimo de diferenciación). En términos sociológicos, segregación
significa la ausencia de interacción entre grupos sociales; en un sentido
geográfico, significa desigualdad en la
distribución de los grupos sociales en el espacio físico y, es ésta última la
que nos interesa.
Rodríguez (2001:12) la
define de la siguiente manera:
“En términos simples,
segregación espacial o residencial es la aglomeración geográfica de familias de
una misma condición o categoría social, como sea que se defina esta última,
social o racialmente o de otra forma. En términos más complejos, podemos diferenciar
tres dimensiones principales de la segregación: (a) la tendencia de un grupo a
concentrarse en algunas áreas; (b) la conformación de áreas socialmente
homogéneas; y (c) la percepción subjetiva que tiene la gente de las dimensiones
objetivas (las dos anteriores) de la segregación”.
La primera dimensión aparece cuando algún grupo
social registra un sesgo residencial global, es decir, todos (o la gran
mayoría) de sus miembros se localizan en una zona determinada de la ciudad. Es
lo que se denomina segregación por localización de grupo, y no implica
necesariamente que esa zona determinada no esté compartida con representantes
de otros grupos sociales. El resultado suele ser la aparición de los denominados enclaves –étnicos,
religiosos, etc.-
La segunda dimensión
implica la ausencia de mezcla o integración de grupos sociales en espacios
comunes, y aparece cuando un grupo social no se mezcla con el resto, aunque esté
diseminado en varias partes de la ciudad. Esta
dimensión, que se denomina segregación por exclusión, origina zonas homogéneas
en un contexto heterogéneo, lo que probablemente dificulta la interacción (o
encuentro al menos) con otros grupos sociales. El resultado suele ser la
aparición de ghettos –definidos por el origen de la población, su nivel de
ingresos, etc.-
Las consecuencias de uno
u otro tipo de segregación son diferentes: la existencia de enclaves suele ser
positiva, tanto para sus integrantes –en lo relativo a la conservación de su
identidad de grupo, autogestión, etc.- como para el entorno en el que se
insertan –barrios chinos como atractivo turístico, por ejemplo-. Pero la
existencia de guettos tiene consecuencias diametralmente opuestas
(especialmente si se extienden por zonas amplias de la ciudad), una vez más
tanto para sus residentes como para el entorno en el que se insertan.
La explicación de porqué estamos ante un tipo u otro de segregación
no es simple, descansa en una maraña compleja de relaciones entre diferentes
factores a distintas escalas, organizados por la dinámica de la sociedad
capitalista. Dado que en ella la acumulación ocurre tanto en sentido positivo
como negativo –relacionados respectivamente con riqueza y poder, pobreza y
subordinación- los factores determinantes de las diferentes situaciones
residenciales tenderán a estar repartidos entre ambos extremos. Cuanto más
cercana esté la situación concreta de dichos extremos, se agruparán mejor. La
consistencia de esas agrupaciones tiende a generar pautas de segregación
espacial, en una dirección u otra, que las tipologías tienden a identificar y organizar.
Un ejemplo de tipología
de segregación, muy útil a mi parecer, nos la aporta Barbosa (2001), partiendo de la
combinación de cuatro criterios.
1.-De origen
estructural: indica localización, escala y nivel de complejidad en el que la
segregación se genera; sus actores principales son clasificados como
individuos, grupos o instituciones; y tiene efectos colectivos no intencionados
y estructurales.
2.-Intencionalidad: Se
refiere sólo a la intención de los actores de autosegregarse, o de segregar a
otros, esto es, distanciarse ellos mismos de otros. No se refiere a las
elecciones de localización donde la principal razón es unirse, estar con otros,
a pesar del hecho de que esta elección también podría generar segregación.
3.-Carácter voluntario o
forzado de la segregación. Relacionado con el tipo de experiencia, activa o
pasiva, positiva o negativa, del actor que es objeto de segregación.
4.-Distinción
entre aquellos que promueven y aquellos que son objeto de segregación, con el
fin de diferenciar la autosegregación de otras situaciones.
Las pautas de
segregación están clasificadas según los actores y los niveles en los que la
segregación se genera, por ejemplo, elección voluntaria, obligación autoritaria,
u obligación estructural, variando de acuerdo a la intencionalidad de quienes
la promueven o la experimentan.
El cuadro contiene la
tipología, y en los párrafos siguientes ofrezco su explicación.
Tipos de segregación
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Acción individual
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Efectos estructurales
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Relación entre los promotores de la segregación urbana y los sujetos de la misma
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Características
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Nivel II
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Nivel III
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Individual
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Grupal
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Institucional
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Efectos colectivos de acciones individuales
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Efectos de las lógicas estructurales
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I. ELECCIÓN VOLUNTARIA. A
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I.a Intencional por parte de los promotores
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ASI
+
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ASG
+
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ASMI
+
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Reflexividad
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I.b Intencional por parte de los sujetos
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+
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+
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+
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II. OBLIGACIÓN AUTORITARIA B
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II.a Intencional por parte de los promotores
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PS
+
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Dominación política
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II.b No intencional por parte de los sujetos
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+
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III. OBLIGACIÓN ESTRUCTURAL C
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III.a No intencional por parte de los promotores
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EC
+
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DR
+
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Dominación estructural
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III.b No intencional por parte de los sujetos
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+
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+
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Fte: Barbosa (2001).
ASI: Autosegregación individual (urbanizaciones cerradas).
ASG: Autosegregación grupal (comunidades).
ASMI: Autosegregación con mediación institucional (mercado de la vivienda).
PS: Políticas de segregación (apartheid).
EC: Efectos colectivos (“white flight”).
DR: Diferenciación residencial (sin posibilidad de elección residencial).
A y C: tipos puros B: tipo mixto.
La pauta de elección voluntaria corresponde a tres modelos de segregación:
a) opciones individuales –barrios cerrados-,
b) opciones de grupo para llevar una vida comunitaria, y
c) opciones mediadas institucionalmente, como por ejemplo las opciones residenciales segregadas ofrecidas en el mercado, o las áreas residenciales construidas por las compañías para sus empleados.
Esta pauta de elección voluntaria sería una pauta “pura”, en el sentido de que los actores que la producen son ellos mismos objeto de la segregación, como expresión de una relación reflexiva.
La pauta de obligación autoritaria es exclusivamente institucional y mixta, desde el momento en que es intencional por parte de quienes la producen, y obligatoria para aquellos que la experimentan. Este sería el caso de políticas en las que el dominio político de ciertos grupos sobre otros es explícito, como en el caso del apartheid.
La pauta de obligación estructural es también una pauta “pura”, y engloba situaciones en las que dos efectos estructurales producen segregación, incluso aunque no hay una intención explícita, como:
a) efectos colectivos de acciones individuales, como el caso del denominado “white flight”, causado por la llegada de inmigrantes o población negra a ciertas áreas, abandonando dichas áreas la población blanca preexistente por que su capacidad adquisitiva les permite cambiar de residencia, o como
b) las lógicas del empleo y la distribución del ingreso, que, por ejemplo, deja a ciertos grupos sin capacidad de elección residencial alguna, por lo que la diferenciación residencial viene dada por la capacidad de compra, lo que no es sino una relación de dominación.
Merece la pena destacar la importancia que se da a la intencionalidad y al carácter voluntario o involuntario del proceso de segregación. Ambos son factores con importantes efectos políticos y simbólicos, claves para evaluar el resultado y para aceptar o rechazar las políticas con él relacionadas.
La experiencia de la segregación, cuando sea positiva y deseable, contribuirá a legitimarla; puede ser el caso de situaciones en las que se refuerza la identidad de grupo e incluso la autoestima personal, aumentando la resistencia del grupo ante situaciones de dominación o confrontación.
Pero en caso contrario, cuando la segregación es aceptada pasivamente, como algo impuesto, injusto y, por tanto, no legítimo, la pérdida de legitimidad puede no sólo ser fuente de resistencia contra un orden social visto como opresivo, sino que puede convertir la actitud pasiva en otra activa, con serias consecuencias en el caso de revueltas.
La legitimidad es una elemento fundamental para la aceptación de valores y comportamientos, y juega un papel central en el éxito o fracaso de políticas públicas sociales, como las de integración de extranjeros o grupos étnicos. La legitimidad también expresa la distinción entre aquellos que la producen y aquellos que son sujetos de segregación. Expresa la idea de que el proceso de segregación puede verse como distribuido entre dos extremos: segregación forzada y autosegregación, con numerosas situaciones entre ambas.
La importancia de considerar estos factores estriba en que la elaboración de una tabla con los posibles determinantes puede servir de guía para la investigación empírica: por ejemplo, podría ayudar a comprender porqué en unos casos el factor determinante de la segregación es el étnico, mientras que en otros es el socioeconómico.
Para saber más:
Barbosa, Eva (2001): Urban spatial segregation and social differentiation. Foundation for a typological analysis. Working paper. Lincoln Institute for Land Policy. 22 páginas.
Marcuse, Peter (2005): "Enclaves yes, ghettos, no. Segregation and the State. Desegregating the city". En Varady, Peter -ed.-: Ghettos, Enclaves and Inequality. pp.16-30. Ed. State University of Nueva York. Albany.
Rodríguez Vignoli, Jorge (2001): Segregación residencial socioeconómica. ¿Qué es?, ¿cómo se mide?, ¿qué está pasando?, ¿importa? Serie Población y Desarrollo, 16. CEPAL. Santiago de Chile. 80 páginas.