jueves, 2 de mayo de 2024

Segregación y obesidad.

Desde el momento en que la segregación es una construcción social, sus aristas son tan numerosas -y complejas- como el grupo social en el que tiene lugar. En esta entrada trataré sobre una relación que, a priori, no es obvia, pero que efectivamente existe: segregación y obesidad.


Imagen de Tania Dimas, descargada de pixabay.com

La comida saludable no es precisamente barata, téngase en cuenta que uno de los elementos que se suelen considerar a la hora de identificar a un hogar como pobre es su capacidad para comer carne o pescado un número mínimo de veces a la semana. En este sentido, casi que podríamos afirmar que la pobreza engorda, puesto que los alimentos con peores características nutritivas son los más asequibles.

El caso es que en los Estados Unidos la tendencia es a la existencia de una sobre representación de obesos entre los latinos y los afroamericanos, una circunstancia que estaría en relación con la escasa disponibilidad de establecimientos en los que se puede adquirir alimentos saludables, como fruta fresca o verdura, por ejemplo. Son los denominados "desiertos de comida". La lógica de aparición de estos desiertos es la siguiente: se produce un abandono del barrio por parte de la población que sustentaba con su demanda los establecimientos en los que se vendían estos alimentos saludables, población que es sustituida por otra de menor poder adquisitivo -afroamericanos, por ejemplo-. Sus disponibilidades presupuestarias son menores, lo que hace que descienda la demanda de alimentos saludables, llegando al punto en el que las tiendas se ven obligadas a cerrar, por falta de rentabilidad. Se conforma, pues, un desierto de comida ligado a un conjunto de población de comparativamente menos recursos, en nuestro ejemplo, afroamericanos.

Este proceso de surgimiento de desiertos de comida suele ser paralelo al de surgimiento de "pantanos de comida", esto es, la aparición de establecimientos en los que lo que se vende es básicamente comida rápida, con lo que ya tenemos el círculo cerrado. Un grupo de población con bajo poder adquisitivo, al que le resulta caro comprar alimentos de calidad, y que, consecuentemente, se obligado a consumir comida rápida. Si a ello le unimos el que en este tipo de barrio las instalaciones deportivas o están ausentes, o no están bien conservadas, ya tenemos las bases para ese aumento de la obesidad.

Para saber más:

Cooksey Stowers, K., Quiangxia, X., Atoloye, A.T., Lucan, S., & Gans, K. (2020). Racial differences in percieved food swamps and food deserts exposure and disparities in self-reported dietary habits. International Journal of Environmental Research and Public Health, 17, 7143. doi:10.3390/ijerph17197143


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