La diferenciación residencial no sólo está presente en los espacios urbanos, sino que también puede rastrearse en los rurales. Pensemos, por ejemplo, en los lugares de residencia de población que se dedica a actividades agrarias, o en los correspondientes a inmigrantes que han decidido fijar su residencia en algún pequeño municipio para pasar su jubilación. En estos casos, es razonable suponer que podemos encontrar agrupamientos de estos grupos de población en determinadas áreas del espacio municipal.
Pero claro, a la hora de investigar esta cuestión, es necesario disponer de información estadística referida a unidades espaciales menores a la del municipio, y, cuando tratamos con municipios rurales, comienzan los problemas. Efectivamente, en la inmensa mayoría de los casos, y debido a los reducidos contingentes de población empadronada, la totalidad del término municipal se corresponde con una única sección censal; por ello, empleando esta unidad espacial de referencia es imposible conocer cómo se distribuye la población en el interior del municipio.
¿Cómo puede resolverse este inconveniente? Acudiendo al Nomenclátor; como es sabido, esta fuente contiene la misma información que el Padrón Municipal de Habitantes -en realidad se deriva de él-, solo que, en lugar de quedar adscrita a secciones censales, lo está a Entidades de Población. Una entidad de población se define como cualquier área habitable del término municipal habitada o excepcionalmente deshabitada, claramente diferenciada y que puede ser identificada sin posibilidad de confusión. No importa el número de habitantes que la entidad contenga -como indica la definición puede estar incluso excepcionalmente deshabitada-, por lo que en un mismo municipio, por poca población que tenga, potencialmente pueden existir varias entidades de población, allí donde únicamente se dibuja una sección censal. Además, el Nomenclátor diferencia entre población en núcleo y en diseminado, por lo que, en el peor de los casos, podríamos encontrarnos con que toda la población del municipio reside en la cabecera municipal. Pero, aún en este caso, estaríamos seguros de que todo el resto del término estaría vacío de población, con las derivadas de interpretación geográfica que ello conlleva.
En un texto que hemos publicado en la revista Empiria, damos cuenta de estas ventajas, con ejemplos de la provincia de Málaga. Un par de casos ilustran las ventajas: la totalidad del término municipal de Alcaucín se corresponde con una única sección censal; pero, atendiendo al Nomenclátor, en su término se diferencian nada menos que ocho entidades, de las cuales, además siete diferencian entre núcleo y diseminado. En un contexto en el que la población extranjera tiene una importancia muy grande, el empleo del Nomenclátor es ineludible si se quiere conocer en qué partes del municipio anárquico se localizan estos inmigrantes residenciales.
El caso de Ojén es diferente. Como se puede observar en el mapa, son dos las secciones que se dibujan, al tiempo que el Nomenclátor indica la existencia de tan sólo hay dos núcleos y un diseminado; las diferencias entre ambas fuentes no parecen demasiado importantes. Pero el problema que presenta el uso de la sección censal es que la cabecera municipal, la villa de Ojén, está dividida entre las dos secciones; su porción oriental pertenece a la primera sección, la occidental a la segunda. Así las cosas, parece más adecuado emplear el Nomenclátor, que, al menos, no parte en dos el núcleo más importante del municipio.
Hay algunas ventajas más que favorecerían el uso del Nomenclátor en estas situaciones, pero con estos dos ejemplos creo que queda bien ilustrada la cuestión.
Para saber más:
Natera-Rivas, Juan José, Batista-Zamora, Ana Ester, y Larrubia-Vargas, Remedios (2021). Sobre el empleo del Nomenclátor para el estudio de la distribución espacial de la población en municipios pequeños frente al seccionado censal. Empiria. Revista metodológica de Ciencias Sociales, 51, 63-88. https://doi.org/10.5944/empiria.51.2021.30808
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